¿Sabía que la inmoralidad y la pornografía contaminan su vida?
1. Lectura Bíblica: Romanos 1.24; Oseas 4.12
2. Versículo para memorizar:
“Mi pueblo consulta a su ídolo de madera, y ese pedazo de palo le responde; su tendencia a prostituirse los descarría; se prostituyen en abierto desafío a su Dios.” (Oseas 4:12, NVI; Cf. Hebreos 3:10)
3. Reflexión en la Palabra de Dios:
Una de las estrategias de Satanás en los últimos tiempos es producir contaminación en el alma y en el espíritu mediante tres estrategias: la inmoralidad— ir en contravía de lo dispuesto por Dios — , la pornografía que está aumentando en estos tiempos y el adulterio, que muchos incluso justifican. Caer en las redes que nos tiende el enemigo, afecta nuestra vida física y espiritual.
Permítame explicárselo: Los seres humanos tenemos tres componentes esenciales. Dos son invisibles: el alma y el espíritu, y un tercero, de carácter visible: nuestro cuerpo.
Ahora bien, luchamos con nuestra inclinación pecaminosa. Es una batalla que libramos siempre. Por esa razón es imperativo que nos sometamos al proceso de santificación, que proviene del griego agios que traduce separado. ¿De qué? Del pecado.
Cuando pecamos, el cuerpo, alma y espíritu se ven afectados. Sufren contaminación. Y el apóstol Pablo fue claro al advertir que el pecado produce muerte (Cf. Romanos 6.23).
Una de las principales contaminaciones de orden espiritual que afectan el cuerpo, es el pecado relacionado con la inmoralidad, y específicamente, las relaciones sexuales ilícitas.
Hay dos pasajes que le invito a leer en la tranquilidad de su casa: el primero es 1 Samuel 21:4, 5 y el segundo, Romanos 1:24.
A diferencia de lo que piensan muchos, nuestro espíritu se contamina, y no solamente hay quienes se solazan en su maldad como lo anota Romanos 1:24: “Por eso Dios los entregó a los malos deseos de sus corazones, que conducen a la impureza sexual, de modo que degradaron sus cuerpos los unos con los otros.” , sino que además, una vez contaminado, el espíritu lleva a la destrucción a la persona: “Mi pueblo consulta a su ídolo de madera, y ese pedazo de palo le responde; su tendencia a prostituirse los descarría; se prostituyen en abierto desafío a su Dios.” (Oseas 4:12, Nueva Versión Internacional; Cf. Hebreos 3:10)
Por ese motivo es imperativo que haya limpieza en nuestro espíritu, alma y cuerpo (Cf. 2 Corintios 7:1). La decisión de ser limpiados y liberados de toda atadura es una decisión personal. Dios desea ayudarte gracias a la obra redentora del Señor Jesús, pero no lo obligará a dar el paso. Es usted y nadie más que usted quien, tras evaluar su vida, opta por reconocer que ha fallado.
El segundo paso que va ligado al primero, es arrepentirse y tomar la determinación radical de abandonar la maldad, y el tercero, pedir perdón a Dios por el pecado. Tres pasos sencillos pero eficaces.
En todo el proceso encontrará fortaleza en el Señor Jesús para romper las cadenas que lo amarran a un comportamiento promiscuo y desenfrenado. ¡Es por su bien y el de su familia!
Si no ha aceptado a Jesús como Señor y Salvador, hoy es el día para que lo haga. No se arrepentirá. Además puedo asegurarle, emprenderá el maravilloso camino de crecimiento personal y espiritual que siempre ha anhelado.
4. Preguntas para el crecimiento personal y espiritual:
a. ¿Reconoce que hay contaminación en su vida?
b. ¿Puede identificar qué contaminó su vida física y espiritual?
c. ¿Se arrepintió por esa decisión equivocada?
d. ¿Está dispuesto a cambiar
En adelante y con ayuda de Dios renuncio a toda contaminación espiritual
Publicado en: Devocionales Diarios
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