Si buscamos, hallaremos soluciones a conflictos familiares
Un día cualquiera la mujer SE sentó con su esposo como de costumbre, para desayunar. Era un día hermoso. El sol brillaba en lo alto y el cielo azul anticipaba que sería un día hermoso. Él se quedó mirándola en silencio y tras tomarse un sorbo de café, le dijo: “Claudia, hay algo que deseo decirte desde hace mucho tiempo: Deseo separarme”. Ella sintió que el mundo se hundía bajo sus pies. “¿Qué daño te he causado?”, fue su pregunta inmediata, para recibir de él una respuesta lacónica: “Ya no te amo”. Cuatro palabras cargadas de resentimiento que le resultaron demoledoras y golpearon su corazón. Ese fue el comienzo de un proceso de separación que resultó traumático.
¿La decisión de acudir al divorcio se tomó de la noche a la mañana? Sin duda que no. Fue la concatenación de muchos incidentes que fueron menoscabando la relación hasta que el distanciamiento entre los dos dio lugar al divorcio emocional y concluyó con la separación de cuerpos. Ese fue el último nivel. Dos niños, fruto de la relación, comenzaron desde entonces a morar en un hogar disfuncional.
Conviene tener en cuenta la siguiente advertencia de dos especialistas en relaciones de pareja: “A menos que el amor de pareja se mantenga fresco y se nutra, se desvanecerá como una vieja fotografía. El matrimonio es una relación dinámica de amor entre un hombre y una mujer y a cada instante esa relación se hace más profunda, o por el contrario, se estanca y decae. Y todos los matrimonios deteriorados señalan al menos un único camino, oscuro y desalentador, que puede terminar en el divorcio.” (Gary y Barbara Rosberg. “Matrimonio a prueba de divorcio”. Editorial Unilit. 2004. EE.UU. Pg. 18 )
Jamás olvide que una pareja de novios no experimenta el amor sino una fase de enamoramiento que puede prolongarse hasta un año después de contraer matrimonio. A partir de ese momento se comienza a afianzar el verdadero amor.
El apóstol Pablo escribió: “El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.” (1 Corintios 13:8. RVR 1960). Es una frase pequeña, es cierto, pero cargada con una profunda enseñanza que aplica a la relación matrimonial. Nada, ni la circunstancia más grave, puede ni debe llevarnos al divorcio.
Es importante que hagamos un alto en el camino y evaluemos si de verdad hemos asumido el compromiso de alimentar el amor cada nuevo día, edificando la relación de pareja, perdonando las ofensas y haciendo nuestro mejor esfuerzo para que se continúe dando solidez a la relación. Es cierto que lo ideal es que seamos correspondidos por nuestra pareja en este propósito; no obstante, quienes debemos dar el primer paso somos usted y yo. Hoy es el día para tomar la decisión.
Hacia la búsqueda de la armonía familiar
¿Qué hacer cuando el matrimonio atraviesa por una crisis que a primera vista luce profunda? Lo más importante: Desechar la idea del divorcio y darnos a la tarea de recuperar la relación. La sicóloga colombiana, Amelia Rodríguez, enfatiza en esta disposición de seguir luchando por la pareja: “Si percibe que la relación con su cónyuge ha ido perdiendo la magia, se ha ido deteriorando y cada vez se sienten más distantes, quizá sea el momento de hacer un alto en el camino para recuperarla… No permita que el sentimiento se marchite por una sensación de vacío y soledad.” (Amelia Rodríguez. “Enamore a su pareja”. Diario ADN. 06/06/2014. Pg. 22)
Lamentablemente infinidad de parejas acuden a la separación como la única salida a sus conflictos y desestiman la maravillosa experiencia de compartir la relación para edificación mutua pero también para el crecimiento de nuestros hijos, fruto del amor de la pareja.
¿Se pueden hallar salidas a una crisis? Sin duda que sí. Los autores Gary y Barbara Rosberg nos ofrecen su perspectiva, enfatizando que todo parte de una disposición de corazón y actitud de cambio: “Saber cómo remediar un matrimonio deteriorado es algo que nos anima a mantenernos alerta pero que al mismo tiempo, nos llama a mantener viva esa llama de amor… ¿Las tensiones, demandas y desilusiones de la vida han creado un distanciamiento emocional entre tú y tu cónyuge? ¿Sabes lo que debes hacer para superar esa brecha? Si no se deciden a crecer juntos, sin duda terminarán en separación. Aunque nunca consideren la posibilidad del divorcio, la ruta de un matrimonio decadente siempre será esa dirección.” (Gary y Barbara Rosberg. “Matrimonio a prueba de divorcio”. Editorial Unilit. 2004. EE.UU. Pg. 24 )
Desconocemos cuál sea la situación en su hogar, pero lo que sí podemos asegurarle es que hay salida para esa encrucijada y que esa salida es Jesucristo, quien recompone todas las cosas si le abrimos las puertas de nuestros corazones.
El enfriamiento del amor de pareja se torna evidente
El amor no muere en la relación de la noche a la mañana. Ese enfriamiento, así muchos por orgullo no quieran admitirlo, no es espontáneo. Es un proceso. Comienza con el distanciamiento, con dejar morir los detalles, y se alimenta con la indiferencia. Dejamos de lado las expresiones de amor, comprensión, tolerancia, apoyo, perdón y el ofrecer tiempo de calidad a nuestra pareja y a los hijos.
Quizá al comienzo nos sintamos un poco mal ya que ese comportamiento es nuevo, pero con el paso del tiempo no solo parecerá normal sino que nos acostumbraremos y lo miraremos— con el paso de los días— como algo normal.
La esencia de nuestra naturaleza es el amor. Dios nos creó con la capacidad de amar. No en vano escribe el apóstol Pablo: “El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.” (1 Juan 4:8. RVR 1960)
Si muere el amor es porque lo permitimos ya que el fracturamiento en la relación de pareja va tomando fuerza progresivamente y tenemos la oportunidad de aplicar correctivos. Los autores Gary y Barbara Rosberg, señalan advierten: “Quizá has mirado a los ojos de tu cónyuge o de tus hijos y has descubierto que ya no están conectados. Es probable que te dieras cuenta de tu fracaso al tratar de conectarte de corazón a corazón con tu pareja, y descubres que no es posible y más aún: Reconoces que quizá es culpa tuya.” (Gary y Barbara Rosberg. “Matrimonio a prueba de divorcio”. Editorial Unilit. 2004. EE.UU. Pg. 19)
Es evidente que recién establecemos una relación de pareja, anhelamos que todo funcione a la perfección; no obstante con el paso del tiempo se experimenta un deterioro al que no prestamos atención.
Tenga presente que toda relación matrimonial experimenta altibajos, pero que lo grave es no resolverlos oportunamente ya que se puede estar separados emocional y físicamente aun cuando se comparta el mismo espacio, bajo el mismo techo. Con el paso de los días los cónyuges terminan convirtiéndose en dos extraños.
Ese hecho lleva a mantenernos atentos, evaluando cómo evoluciona el trato que se prodigan mutuamente, la forma como se expresan el amor y, si identificamos que algo anda mal, aplicar los correctivos necesarios. Por supuesto, es un paso que demanda compromiso, renuncia al orgullo y disposición a perseverar. ¡Su relación de pareja puede salvarse!
Piense: ¿En qué momento comenzó la crisis de familia?
En algún momento de su relación de pareja, pregúntese: ¿Me comunico con frecuencia con mi pareja? ¿Guardo hacia mi cónyuge “secretos”? ¿Perdono a mi esposo o esposa cuando me hiere con sus palabras o me resulta difícil perdonar? ¿Disfruta la proximidad física, emocional y espiritual con su cónyuge? Estos son solo algunos interrogantes que nos ayudan a descubrir si nuestra relación matrimonial está deteriorándose.
Recuerde que el enfriamiento de la relación en muchas ocasiones comienza desde el mismo momento en el que los componentes de la pareja deciden dejar la fase de noviazgo para pasar a un mayor nivel: el del compromiso matrimonial. Es entonces cuando terminan los elogios, cesan las celebraciones y las ocasiones de pasar tiempos juntos. En algunos casos afloran el mal carácter en alguno de los dos, la intolerancia y los choques.
Al abordar el asunto de cómo salvar el matrimonio, la sicóloga Amelia Rodríguez, señala: “El primer paso es identificar si la relación está atravesando por una crisis. No se preocupe, en algún momento todas las parejas la viven…. Sea detallista y tenga en cuenta que el amor se construye día a día, ya que es como una planta frágil que requiere de mimos y atenciones. El amor requiere de tiempo y dedicación por lo que usted debe demostrarle a la pareja lo mucho que significa para usted y aceptarla tal como es, con sus virtudes y defectos, sin intentar cambiarla.” (Amelia Rodríguez. “Enamore a su pareja”. Diario ADN. 06/06/2014. Pg. 22)
Nuestra actitud no debe ser de renuncia o de resignación frente a la familia. Por el contrario, debe ser de perseverancia. Hacer un alto en el camino, evaluar dónde tuvieron origen las diferencias y reemprender el camino, no en nuestras fuerzas sino con ayuda de Dios. Él nos asegura la victoria por encima de cualquier circunstancia, aun cuando todo haga pensar que la separación es inevitable.
No podríamos terminar si antes invitarles a tomar la mejor decisión que un ser humano puede asumir: Recibir a Jesús como Señor y Salvador. Le puedo asegurar que es el comienzo de una nueva vida, a nivel individual y familiar. Ábrale hoy las puertas de su corazón a Cristo Jesús. No se arrepentirá.
Publicado en: Estudios Bíblicos
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