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Si desea hijos triunfadores, fundaméntelos en la Palabra

Si desea hijos triunfadores, fundaméntelos en la Palabra

1.- Lectura Bíblica: Deuteronomio 6:1, 2

2.- Meditación familiar:

Una apesadumbrada mujer que me escribió desde Chile, preguntaba: “¿Cómo sacar a mis hijos adelante y evitar que caigan en el estado de resignación en el que uno ve a tantos jóvenes hoy día?”. Le expliqué que todo el proceso comienza en casa. “Es usted como madre y si tiene el apoyo de su cónyuge mejor, quienes tienen en sus manos llevar a sus hijos a un nuevo nivel, de victoria en todo cuanto hacen”. A continuación le compartí de qué manera una vida de fe ayuda en este proceso transformador.

Un primer paso es enseñarle a los hijos que se llega a la cima con dos cimientos: El primero, someter nuestros planes y proyectos en manos de Dios (Cf. Salmos 37:5), y el segundo, comprender que unas veces se gana y otras se pierde. En esencial, prepararlos para que manejen la frustración. Si no lo hacemos, cuando ellos enfrenten cualquier situación que se salga de sus expectativas o sencillamente no puedan alcanzar metas, pueden caer en depresión. Y esa depresión sin un buen manejo puede llevarlos a desarrollar una actitud derrotista.

Los hijos que aprenden a fijarse propósitos claros y en caso de no lograrlos, siguen adelante, intentándolo, comienzan a tener un gobierno de sus emociones y actitudes. Es lo que los especialistas denominan Inteligencia Emocional para referirse al control de nuestra parte emocional. Esta clase de Inteligencia es muy distinta a la Inteligencia Racional, que está relacionada con la dimensión intelectual. ¿Por qué es diferente? Porque hay millares de personas que tienen estudios superiores, especializaciones incluso, pero no pueden manejar una reacción de ira.

Si enseñamos a nuestros hijos a tener control, el panorama es diferente. El especialista, Daniel Goleman, lo describe así:
“La vida en familia es nuestra primera escuela para el aprendizaje emocional; en ese espacio aprendemos cómo sentirnos con respecto a nosotros mismos y de qué manera los demás reaccionarán ante nuestros sentimientos; a pensar sobre estos sentimientos y qué alternativas tenemos; a interpretar y expresar esperanzas y temores. Esta escuela emocional no sólo opera a través de las cosas que los padres dicen o hacen, sino también en los modelos que ofrecen para enfrentarse a sus propios sentimientos y a los que se producen entre marido y mujer. Algunos padres son dotados maestros emocionales mientras que otros son desastrosos.” (Daniel Goleman. “La inteligencia emocional”. Editorial Zeta. 2012. México. Pg. 224)
Como padres debemos acercarnos a nuestros hijos cuando les veamos decaídos, irritables, en condiciones de ansiedad o cualquier cambio inesperado en su comportamiento. No basta con acercarnos a ellos sino mostrarnos comprensivos, amigables, tolerantes. Entender lo que para nosotros pueden ser pequeños problemas pero— para ellos— situaciones catastróficas. Jamás olvidemos que nuestra perspectiva de la vida es muy diferente a la que tienen ellos.

Pero a la par que llevamos a los hijos a descubrir y comprender su vida emocional, que les brindamos consejos y les alentamos cuando están tristes o desanimados, debemos inculcarles principios y valores que les ayuden a enfrentar sus situaciones personales, a crecer espiritualmente y a forjar— cuando llegue el momento— familias sólidas.

La mejor forma de hacerlo es fundamentándonos en la Palabra de Dios. Es el secreto de la solidez que por siglos ha mantenido el pueblo de Israel. Ellos llevaron a la práctica –como deberíamos hacerlo nosotros hoy— una instrucción de nuestro amado Señor:

“Esos son los mandatos, los decretos y las ordenanzas que el Señor tu Dios me encargó que te enseñara. Obedécelos cuando llegues a la tierra donde estás a punto de entrar y que vas a poseer. Tú, tus hijos y tus nietos teman al Señor su Dios durante toda la vida. Si obedeces todos los decretos y los mandatos del Señor, disfrutarás de una larga vida. Repíteselos a tus hijos una y otra vez. Habla de ellos en tus conversaciones cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.” (Deuteronomio 6:1, 2, 7. NTV)

Es un principio de victoria que debemos sembrar en nuestros hijos: Amar y obedecer a Dios. Y esa obediencia y amor se testimonian cuando somos fieles al cumplimiento de sus mandamientos.

Si el Señor ocupa desde un comienzo el primer lugar en la vida de nuestros hijos, los estamos preparando para vencer, para superar las adversidades y para llegar a la cima. Es una tarea que tenemos delante de nosotros y que no podemos rehuir. Es ahora cuando debemos comenzar a trabajar para que sean triunfadores en todo lo que emprendan.

Ahora, si no ha recibido a Jesús como su Señor y Salvador, hoy es el día para que lo haga. Puedo asegurarle que no se arrepentirá. Cristo morando en nuestro ser trae transformación en todo nuestro ser.

3.- Oración familiar:

“Dios de los cielos gracias por darme una familia. Mi cónyuge y mis hijos son una bendición que agradecemos. Nos has unido y como familia, cada día recibimos edificación mutua. Concédenos como padres la sabiduría necesaria para edificar hijos triunfadores. Sometemos en tus manos la jornada de hoy. Amén”

4.- Una Meta familiar para hoy:

En adelante me comprometo a sembrar sanos principios y valores a mi familia, fundamentado en las pautas que aprendemos de las Escrituras.

Publicado en: Altar Familiar


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