Si oramos, Dios nos escucha y responde con poder
(Lección 5 – Nivel 4)
La idea de recorrer la autopista en una vieja motocicleta, no solo asaltó a los dos abuelos sino que, tentados por la brillantez del aparato que a primera vista lucía en buenas condiciones, decidieron emprender el recorrido a toda velocidad hacia un paraje apartado, en Norteamérica.
La brisa golpeaba sus rostros generando una sensación de placidez. Conforme aumentaban el kilometraje, el color verde de los arbustos se mezclaba con el ocre de las montañas y el asfalto que se perdía en el horizonte, como si marcharan hacia el infinito.
Aquellos eran instantes de indescriptible emoción. Sin embargo, una piedra en el camino provocó que salieran de su carril y cayeran ruidosamente sobre el suelo pedregoso de las márgenes. El golpe los dejó sin sentido. Minutos después, cuando recobró la conciencia, la mujer comenzó a musitar una oración pidiendo la ayuda de Dios.
El lugar, además de distante, era poco frecuentado por vehículos. Aún así, un patrullero de la policía sintió en su corazón dirigir el vehículo hacia aquella carretera. No entendía bien la razón pero lo hizo. Encontró a lo lejos a la pareja de ancianos tendidos en la orilla. Tenían heridas de alguna consideración. Los auxilió y pidió una ambulancia. Tardaría dos horas en llegar, lo que para el abuelo –todavía inconsciente— sería fatal. El agente musitó una oración al Señor: “Jesucristo, respóndeme, sólo tu puedes ayudarlos”.
“Fue coincidencia” aseguró el conductor de una ambulancia que, minutos antes había recibido una llamada que resultó ser falsa alarma y cuando pasaba a pocos kilómetros del accidente, captó el mensaje que transmitía el guarda, pidiendo un vehículo para transportar a los heridos. En poco tiempo estuvo en el lugar.
El oficial Samuel Mitchell, quien estuvo al frente del caso, atribuyó a un hecho milagroso el que se desviara de su ruta para atender la emergencia y lo que para los paramédicos fuera una “coincidencia”.
—No hay duda que Dios intervino en todo el asunto— explicó.
La Biblia dice que nuestro amado Señor merece toda la alabanza “Porque no menospreció ni abominó la aflicción del afligido, ni de él escondió su rostro; sino que cuando clamó a él, él le oyó” (Salmos 22:24).
Podemos tener la firme convicción de que nuestras oraciones serán atendidas. Nuestro amado Padre está a acompañándonos en todo instante, incluso cuando nos sentimos solos, y nos ayuda a superar las crisis...
Dios nos libra de la angustia
¿Por qué razón no vemos más el obrar de Dios en nuestra vida y en la de otras personas? Porque no le pedimos. En las Escrituras leemos que Dios “Al pobre librará de su pobreza, y en la aflicción despertará su oído. Asimismo te apartará de la boca de la angustia a lugar espacioso, libre de todo apuro, y te preparará mesa de grosura” (Job 36:15, 16).
Observe el texto con detenimiento. Plantea varias cosas interesantes que responden a la situación caótica que podamos estar atravesando.
La primera es que está dispuesto a librarnos. Eso implica que, sin importar el problema que enfrentemos o el milagro que requiera nuestra existencia, podemos tener la confianza de que no estamos solos.
Un segundo aspecto de suma trascendencia es que nos quitará el peso agobiante de la angustia. ¿No ha comprobado en su vida que apenas surgen los problemas, lo primero que nos embarga es la sensación de que no hay salida para nuestra situación? Pues bien, la Palabra es enfática al señalar que Dios traerá paz y algo todavía más significativo: “... te apartará de la boca de la angustia a lugar espacioso, libre de todo apuro”.
Lo que expresan las Escrituras es que en Dios hallamos paz cuando la desilusión o la desesperanza quieren tomar ventaja en nosotros.
Y un tercer aspecto que abordan los versículos objeto de estudio, es que nos prosperará. Lo que asumimos es que El enviará ese milagro que tanto necesitamos...
Es hora de que lo busquemos en medio del desierto y la preocupación que tal vez nos embarga. El nos escuchará y liberará Su poder ilimitado para responder a las oraciones... ¡Hoy es su día para un milagro!
¿Cuál es la clave? Orar a Dios
¿Qué hacer? Volvernos a Aquél que todo lo puede en oración. Cuando le pedimos, nos ubicamos en la posición que tenemos: la de hijos gracias a la obra redentora del Señor Jesús en la cruz. Y como un Padre, nos atenderá.
Persista. No deje de clamar. Siga firme en esa petición, no importa cuán grande le parezca. Para El es algo mínimo. Recuerde que El creó los cielos y la tierra y aquello por lo que usted le busque, será pequeñísimo en comparación a todo lo que ha hecho.
Puede ser la sanidad. El obrará sanidad en usted. Tal vez provisión financiera. Lo hará. Recuerde que es el dueño de la plata y el oro. Paz espiritual ¿Duda que obrará en su ser? En absoluto porque Dios trae una paz que sobrepasa todo entendimiento.
En su vida puede ocurrir igual
¿Sabe por qué razón muchas personas buscan ayuda entre quienes los rodean o tal vez la ciencia y no en Dios? Por tres razones, al menos. La primera, temen que no haya un poder que pueda cambiar lo inevitable; segundo porque consideran que su problema es tan grande, que nada ni nadie podrán ayudarlo; y tercero, por considerar que el Señor está tan “ocupado” que no prestará atención a sus oraciones.
¡Cuán equivocados estamos! Nuestro Supremo Hacedor, no solo tiene el poder ilimitado para hacer cuanto quiera, sino que además está atento a nuestro clamor. En las Escrituras también leemos que “Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en Jehová su Dios” (Salmos 146:5).
Dios quiere atender nuestros pedidos, el “cuello de botella” o impedimento para que esto no ocurra está en nosotros, que no buscamos Su rostro en oración, en procura de ayuda y de respuestas.
Para utilizar una expresión muy común el Latinoamérica, es hora de “retar la fe”, es decir, poner en práctica nuestras convicciones. Basta creer. No es otra cosa que caminar bajo la certeza de que no caeremos.
Imagine por un instante que se desplaza por la cuerda floja, lo hace porque tiene la certeza de que llegará al otro lado. Igual con su disposición de creer: simplemente tenga la tranquilidad de que el milagro que necesita vendrá.
Si necesita que le ayudemos a interceder
Dios escucha sus oraciones tanto como las nuestras, sin embargo queremos invitarlo para que nos comparta su motivo de inquietud. Deseamos ayudarle a interceder, bajo la indeclinable convicción de que nuestro amado Padre, para quien nada es imposible, obrará hechos prodigiosos en su existencia.
“...al que cree, todo le es posible”
El diagnóstico inicial apuntaba a la urgencia de amputar su pie y rodilla izquierdos. La falta de irrigación sanguínea era irreversible por la obstrucción en el sistema arterial.
—En casos así es mejor retirar los miembros afectados— aseguró el médico con la actitud impasible de quien está acostumbrado a manejar situaciones similares.
—Pero, ¿sabe lo que implica una amputación?— preguntó Rosa Ubaldina Valverde, revelando angustia.
La situación era grave y traumática. Traería problemas a su hogar. Al fin y al cabo la responsabilidad de atender a dos nietos adolescentes cuyos padres murieron en un accidente de tránsito, recaía sobre sus hombros.
—Será el fin de todo— prosiguió-. El médico pareció entenderle, pero la situación escapaba a sus manos.
—La ciencia no puede hacer más, señora— concluyó lacónico mientras volvía la mirada a las radiografías que tenía en el escritorio.
Un encuentro con la fe
Rosa Ubaldina no se resignó. Todo estaba en contra. Era tanto como nadar en el sentido contrario en un río correntoso. Rescató una vieja Biblia que amenazaba con ser devorada por los bichos en un baúl en el que compartía espacio con revistas y periódicos de tiempos idos. Comenzó a leerla. No lo hizo con desgano sino con avidez, como alguien que aprecia la única tabla –perdida en el mar infinito— que puede salvarle del naufragio.
En los evangelios encontró un versículo que subrayó:”Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible” (Marcos 9:23). Meditó: “¿Podrá Dios sanarme?”. Inmediatamente razonó: El texto decía que no había límites. Volvió a leer: “...al que cree, todo le es posible”.
Comenzó a orar. Al principio sintió desánimo al pensar que nada ocurriría, pero escudriñando las Escrituras encontró nuevas luces sobre la necesidad e importancia de clamar. Las encontró en el evangelio de Lucas al relatar una enseñanza del Señor Jesús: “...les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar...” (Lucas 18:1).
Al principio no fue fácil. Estaba en medio de la presión de sus familiares que la instaban a aceptar la intervención quirúrgica. Pero la mujer argumentaba que Dios respondería, aunque en apariencia estaba empeorando.
Tres semanas después se advertían pequeños cambios. El dolor no era intenso como antes y el color de la piel comenzó a aclarar.
No hay nada imposible
Rosa Ubaldina asiste hoy a una congregación cristiana al norte de Managua. Nadie imagina siquiera que su extremidad izquierda estuvo a las puertas de ser extirpada. Ella atribuye su experiencia a un milagro de Dios.
El hecho evidenciado en esta campesina nicaragüense puede replicarse en su vida si padece alguna enfermedad que los médicos han identificado como “incurable”.
La Biblia dice que “...nada hay imposible para Dios” (Lucas 1:37). Bajo este convencimiento, le invitamos a clamar a Dios en oración. No olvide que para El no existen los límites. Su poder no lo alcanzamos a dimensionar. ¡Es hora de que pida ese milagro!. El Señor responderá...
Cuestionario para la profundización de la Lección 5:
Por favor, lea detenidamente los textos y postulados de cada pregunta, y teniendo a mano su libreta de apuntes, por favor, anote las respuestas:
a.- ¿Qué nos dicen las Escrituras en cuanto al poder de Dios (Lucas 1:37)?
b.- ¿Qué enseñó el Señor Jesús en cuanto a la oración (Lucas 18.1)?
c.- ¿Por qué decimos que la clave es orar y perseverar?
d.- ¿Persevera usted en oración?
e.- ¿Se da fácilmente por vencido cuando no hay respuesta a sus oraciones?
f.- ¿Tras leer la Lección de hoy qué meta se fijaría en adelante en cuanto a la oración?
Publicado en: Escuela de Oración
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