Siete consejos para que su cónyuge cambie
1.- Lectura Bíblica : Efesios 4.31, 32
2.- Meditación familiar:
Al grito de la mujer siguió el estruendo de un plato de porcelana al estrellarse contra la pared. Estaba iracunda. Profería toda suerte de frases hirientes contra su marido. Una cascada de improperios y ofensas que hacían vibrar los vidrios en las ventanas de los apartamentos vecinos.
Con la cantaleta doña Leonor procuraba que su esposo no se quedara los viernes jugando al billar con los amigos. Cuando ella estallaba irascible el marido buscaba donde guarecerse, se encogía de hombros, y el fin de semana siguiente estaba jugando billar de nuevo.
— Vecino, vecino...— escuché que me llamaba el domingo, al regresar del servicio en el templo. — ¿Podría preguntarle algo? —. La miré para medir si lo decía en términos amables, o yo mismo tendría que salir corriendo a refugiarme —. Es que no sé cómo lograr que mi marido cambie… —.
Hablamos un buen rato, junto a las gradas. Me explicó el motivo de su rabia. Él se jugaba la poca plata que había para el mercado. Y era a ella, durante la semana, a quien le tocaba conseguir lo del sustento, vendiendo artículos de belleza por catálogo.
Comparto con usted los siete consejos que le di aquel mediodía:
1.- Deje de gritar. Hablar con tono muy alto no resuelve las cosas.
2.- No resalte solamente los errores de su cónyuge. Levanta barreras antes que tender puentes de diálogo.
3.- Cálmese antes de hacer un reclamo. Si es preciso, espere a hablar una vez tenga serenidad.
4.- Pídale sabiduría a Dios para decir las cosas sin herir a su pareja.
5.- Ponga las cosas en claro, sin que suene a ultimátum.
6.- Ore a Dios una y otra vez para que Él produzca cambios en su cónyuge
7.- Espere la respuesta en el tiempo de Dios.
Ni usted ni yo cambiamos a nadie. Nuestro amado Padre celestial es quien genera esa transformación en el corazón. Sobre esa base, la oración es fundamental.
Otro elemento a tener en cuenta es que la gritería no hace más que agravar las cosas. El apóstol Pablo escribió un sabio consejo:
“Sea quitada de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritos, maledicencia, así como toda malicia. Sed más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, así como también Dios os perdonó en Cristo.” (Efesios 4:31, 32. La Biblia de Las Américas)
Puedo asegurarle que, al involucrar a Dios en nuestra familia, todos y cada uno de los componentes del hogar experimentan cambios duraderos.
El gran cambio comienza cuando decidimos clamar al Señor antes que andarnos peleando, y optamos por esperar que Él haga su obrar.
Y a propósito, ¿ya recibió a Jesucristo en su corazón? Es hora de hacerlo. Puedo asegurarle que si abre su corazón a Jesús, todo alrededor comenzará a cambiar, iniciando por su vida hasta seguir con la familia. Cristo es la solución a sus problemas. Recíbalo en el corazón.
3.- Oración familiar:
“Amado Dios y Padre, gracias por este nuevo día que me regalas a mí y a la familia. Es una bendición que viene de tus manos. Te pido que nos concedas la sabiduría necesaria para manejar los conflictos familiares. Danos la sabiduría para reconocer cuando hemos cometido errores, y disponernos a cambiar. Entregamos en tus manos la jornada de hoy. Amén.”
4.- Una Meta familiar para hoy:
Con ayuda de Dios dejaré de dar cantaleta en casa y de reñir con mi cónyuge y mis hijos. Le pediré al Señor que traiga cambios en aquellos integrantes de mi hogar que deben ser transformados.
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Publicado en: Altar Familiar
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