Someta sus deseos carnales al poder del Espíritu Santo
Base Bíblica: Romanos 8:13
Introducción
En una sociedad gobernada por la mundanalidad, en la que el pecado es promovido por todos los medios alrededor nuestro, se aviva la inclinación a satisfacer los deseos de la carne. Algunos piensan que es complejo vencer; sin embargo, es con ayuda del Espíritu Santo que tenemos asegurada la victoria.
El pastor y maestro itinerante de la Biblia, el inglés, Arthur Walkington Pink, escribió:
“Vivir según la carne es estar interiormente controlado por el pecado, bajo el dominio de nuestras corrupciones innatas. Por tanto, la mortificación de la carne consiste en una conducta que es justamente lo opuesto. Significa no ceder a las demandas de nuestra vieja naturaleza, sino más bien someterlas. No podemos amar ni servir a nuestras lascivias.”
Un cristiano está llamado a ser victorioso en la lucha contra la carnalidad, no en sus fuerzas, sino con el poder de Dios. Es una decisión que tomamos, de la cual dependemos por el poder del Espíritu Santo y en la que tenemos asegurada la victoria.
I.- GRACIAS AL PODER DEL ESPÍRITU SANTO PODEMOS VENCER LOS DESEOS CARNALES
1.- Tenemos la opción de vivir en la mundanalidad, cuyas consecuencias son la muerte física y espiritual (Romanos 8: 13 a)
a.- La carne siempre querrá que satisfagamos sus deseos.
b.- Satanás aviva en nosotros los deseos de la carne.
2.- No es en nuestras fuerzas, sino con el poder del Espíritu Santo como venceremos los deseos de la carne (Romanos 8: 13 b)
3.- Enfocarnos en las cosas del Espíritu Santo y no en las de la carne, nos permite ser victoriosos (Romanos 8: 6)
a.- Demanda de nosotros escoger vivir conforme a las pautas trazadas por Dios (Mateo 7: 13, 14)
b.- La decisión de caminar conforme a las pautas trazadas por Dios, es nada más que nuestra (Lucas 13: 23-27)
II.- DEBEMOS DETERMINARNOS A VIVIR CONFORME AL ESPÍRITU SANTO (Romanos 13: 11-14)
1.- A las puertas del regreso del Señor Jesucristo por Su pueblo redimido, debemos ser cuidadosos respecto a cómo vivimos (Romanos 13: 11)
2.- Estamos llamados a desechar las obras de la carne (Romanos 13: 12)
3.- Debemos ser conscientes de nuestras inclinaciones carnales y someterlas al Espíritu Santo (Romanos 13: 13)
4.- Estamos llamados a mantener la determinación de no proveer para los deseos de la carne (Romanos 13. 14)
III.- COMO ES INEVITABLE ENFRENTAR LA CARNALIDAD, DEBEMOS DEPENDER DEL ESPÍRITU SANTO
1.- Aceptar a Jesucristo como nuestro Salvador, no nos exime de nuestra naturaleza carnal. Seguimos enfrentando las tentaciones.
2.- Los deseos de la carne están en contraposición con el Espíritu Santo (Gálatas 5:17)
3.- Estamos llamados a rechazar la inclinación a la carnalidad en nuestra vida y no alimentarla (Efesios 5: 11)
4.- La carnalidad nos impide la comunión con Dios (Ezequiel 14: 3)
IV.- SI SOMETEMOS NUESTRO CUERPO AL ESPÍRITU SANTO, PODREMOS VENCER LA CARNALIDAD
1.- Para vencer los deseos de la carnalidad, debemos desarrollar una dependencia total de Dios (Salmos 4: 1-3)
2.- Los miembros de nuestro cuerpo no deben estar sometidos al pecado, sino al poder y gobierno del Espíritu Santo (Colosenses 3. 1-5)
3.- Con el poder del Espíritu Santo, los frutos de la carnalidad deben morir en nosotros (Colosenses 3: 8)
a.- Estamos llamados a no permitir que el pecado reine en nuestro cuerpo (Colosenses 3: 8)
b.- Por la obra redentora del Señor Jesús en la cruz, ya no estamos en la carne, sino en el Espíritu de Dios (Romanos 8: 9)
4.- El temor de Dios nos permite limpiarnos de la contaminación de la carne (2 Corintios 7: 1)
Conclusión:
En la Palabra aprendemos que, si tomamos la determinación de no proveer para los deseos de la carne y, por el contrario, los rechazamos y desechamos, Dios nos ayudará en todo el proceso. Es una batalla en la que no estamos solos.
Permítame citar nuevamente al pastor y maestro itinerante de la Biblia, el inglés, Arthur Walkington Pink, quien escribió:
“Los deseos naturales y apetitos del cuerpo físico tienen que ser disciplinados para que sean nuestros siervos y no nuestros amos. Nuestra responsabilidad es moderarlos, regularlos y subordinarlos a las dimensiones más elevadas de nuestro ser. Los deseos del cuerpo de pecado tienen que ser rechazados prontamente y rebatidos con severidad.”
No hay cristiano que, dependiendo del Espíritu de Dios que nos habita, no pueda testimoniar que ha salido victorioso en la lucha contra los deseos de la carne. ¡Decídase hoy a ser un vencedor con el poder del Espíritu Santo!
Publicado en: Sermones
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