Su familia, una enorme bendición de Dios
1.- Lectura Bíblica: Génesis 4:1, 2
2.- Meditación familiar:
El hombre que tenía enfrente, estaba realmente furioso. “No sé en qué momento cometí la locura de casarme”, me dijo. Venía en procura de consejería pero estaba decidido a separarse. No le importaba que en esa relación tuvieran dos preciosas hijas. Le pedí que evaluara por unos instantes si consideraba el matrimonio como una bendición o una maldición. No supo qué contestar...
¿Cree usted que al mirar Dios que Adán estaba solo y necesitaba una compañera (Génesis 2:18), lo hacía para robarle la paz? Por cierto que no. El Señor creó a Eva como ayuda idónea y, además, como madre de su progenie.
La familia es una bendición (Cp. Salmos 127). Cuando lo apreciamos así, cuando nuestra valoración del hogar es alta, sin duda encontraremos sentido para los esfuerzos diarios. Y si a este elemento sumamos el que usted desarrolla intimidad con Dios, permítame decirle que su familia será un espacio para la realización plena.
Esa perspectiva sin duda debieron tenerla nuestros primeros padres. Las Escrituras relatan: “Ahora bien, Adán tuvo relaciones sexuales con su esposa, Eva, y ella quedó embarazada. Cuando dio a luz a Caín, dijo: «¡Con la ayuda del Señor, he tenido un varón!». Tiempo después, dio a luz al hermano de Caín y le puso por nombre Abel.” (Génesis 4:1, 2. NTV)
Si por alguna razón rechazó a alguno de sus hijos en el vientre, puede que en medio de la desesperación porque no sabía cómo cuidarlo, es tiempo de pedir perdón a Dios y resarcirse con ese chico o chica brindándole todo el amor que no le dio en la niñez. Recuerde que siempre hay tiempo para cambiar, para ser diferentes con ayuda de Dios.
Otro elemento particular en nuestra relación familiar, es entender las particularidades de cada uno de nuestros hijos. Ellos no son nuestra fotocopia y es apenas razonable que piensen y actúen diferente: “Cuando crecieron, Abel se hizo pastor de ovejas, mientras que Caín se dedicó a cultivar la tierra.” (Génesis 4: 2. NTV)
Preste atención a las diferencias de sus hijos y ayúdelos a aceptarse ellos mismos. No podemos pretender que todos los hijos sean iguales, ni siquiera en su temperamento. En lo que sí veremos un comportamiento similar, es alrededor de la aplicación de principios y valores.
Tengo dos invitaciones para usted: La primera, que evalúe hoy cómo anda su relación familiar y se decida a recuperarla con ayuda de Dios. No hay problema por grande que parezca — incluso a nivel de hogar — que no se pueda resolver si Cristo gobierna. La segunda, que reciba a Jesús como su Señor y Salvador. Puedo asegurarle que es la mejor decisión que jamás pueda tomar. No se arrepentirá. Ábrale hoy las puertas de su corazón a Jesucristo.
3.- Oración familiar:
“Mi amado Dios y Padre celestial, te damos gracias como familia porque tú nos amas y nos has demostrado el amor al permitirnos estar unidos hasta el día de hoy. Reconocemos que el orgullo a veces nos impide avanzar en nuestra relación familiar. Hoy sometemos a tí nuestra voluntad y te pedimos que ocupes el primer lugar en nuestro hogar. Sometemos este día en tus manos. Amén”
4.- Una Meta familiar para hoy:
Desde ahora en adelante valoraré mi familia como una enorme bendición de Dios.
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Publicado en: Altar Familiar
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