Su vida en la eternidad: Tómela en serio
El rostro de Cristóbal Colón lucía apesadumbrado. En su cuerpo testimoniaba que el primer viaje a las Indias —que resultó en el descubrimiento de América aunque él nunca lo tuvo claro —, no había sido la excitante aventura que imaginó en un comienzo. Por el contrario, se sentía muy cansado. Los reyes vieron en aquél hombre, no a un potencial descubridor, sino a alguien golpeado por la vida.
Pocos recordaban que cuando se anunció ese viaje a lo desconocido, en tres enormes embarcaciones que surcarían los mares, no solo se unieron presidiarios y vagabundos por quienes nadie daba un peso, sino aquellos quienes –en medio de la amargura — sentían que nada tenía sentido.
En general, coincidían en algo: deseaban experimentar lo nuevo. No había salario, una alimentación digna y menos, la seguridad de que regresarían con vida. Pese a ello, se embarcaron. Aspiraban encontrar algo más de lo que hasta el momento habían recibido.
Por eso, al igual que Cristóbal Colón, compartían la gloria de haber encontrado nuevos territorios, ricos en oro, plata y cobre, una fauna todavía virgen y aves de infinitos colores que en Europa no conocían ni siquiera en la imaginación. Ellos pagaron el precio.
Una aventura sin conocer el final
¿Se aventuraría usted a participar en una expedición en la que no hay mayores estímulos económicos, en la que las probabilidades de recibir honra son mínimas, y lo que sí es muy probable es que enfrentarán momentos difíciles antes que solaz?
Posiblemente lo pensaría dos veces. O tal vez sería uno de los primeros en aplicar documentación en procura de resultar elegido.
¿Sabía que a lo largo de la historia decenas de personas se han aventurado a participar en proyectos que sólo tenían un 10% de posibilidades de éxito?
A principios del siglo XX el famoso explorador del Polo Sur, Sir Ernest Shackleton publicó el siguiente anuncio en un diario de Londres: “Se buscan hombres para viaje peligroso. Salarios malos. Mucho frío. Largos meses de oscuridad. Peligro constante. No garantizo regreso”. ¿Sabe qué ocurrió? Que decenas de hombres en Gran Bretaña respondieron entusiastas a la convocatoria.
¿Y tú, estás dispuesto a pagar el precio?
El Señor Jesucristo nos enseñó que vivir conforme a la voluntad de Dios, implica tomar decisiones y pagar un precio. En cierta ocasión tuvo un diálogo revelador con sus discípulos: “Entonces Pedro comenzó a decirle: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido. Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna. ” (Marcos 10:28-30)
Lamentablemente hoy día encontramos a muchas personas que quieren las bendiciones, pero no pagar el precio de vivir a Jesucristo. He ahí el gran compromiso. Y también, la gran decisión.
Hoy es el día para evaluar cómo anda nuestra vida y aplicar los ajustes que sea necesario, para vivir conforme a la voluntad de Dios, como enseña el autor cristiano Nick Vujucic:“¿Hay algo en tu vida de lo que debes arrepentirte?¿Un error que hoy debas corregir? Deberías dedicar un tiempo, como lo hice yo, a evaluarte; todos necesitamos una pausa de vez en cuando para examinar dónde hemos estado, dónde estamos ahora, adónde queremos ir y cómo convertirnos en una persona que será recordada por marcar una experiencia positiva en el mundo.” (Nick Vujucic. “Un espíritu invencible”. Editorial Aguilar. 2013. Colombia. Pg. 227)Revise su vida. Es imperativo que lo haga. Recuerde que seguir al amado Maestro implica renuncia y visión. Renuncia para dejar atrás aquello que consideramos imprescindible. Visión para saber que con Dios estamos asegurando un presente de victoria, un mañana de esperanza y un futuro de gloria en la Eternidad.
Cambiando el curso de la historia
Si hasta el momento su vida ha sido como una montaña rusa, es importante que haga un alto en el camino. Usted no está viviendo una aventura, está de por medio algo importante: dónde pasará la eternidad. Evaluar cómo hemos andado hasta hoy, es un paso sabio (Cf. Proverbios 8:35)
Un segundo elemento es tomar conciencia de que, si seguimos como hasta ahora, lo más probable es que pasemos el resto de nuestra existencia en el infierno (Compárese con Juan 3:16: Romanos 6:23).
El único que nos asegura vida eterna, es el Señor Jesús. Él dijo: "Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano. Mi Padre, que me las ha dado, es más grande que todos; y de la mano del Padre nadie las puede arrebatar. El Padre y yo somos uno." (Juan 10:28-30| 1 Juan 2:17; 5:13| NVI)
No podemos dilatar esa decisión. Insisto: está de por medio la vida eterna. Lo realmente sabio es dar un viraje de 180 grados en nuestra existencia, volvernos a Dios y hacer nuestra la enseñanza de Jesucristo cuando dijo: "Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado." (Juan 17:3| NVI)
No dilate la decisión. Dispóngase a cambiar. Es un proceso en el Jesús le dará la mano y le acompañará hasta el final de sus días. Si no ha recibido a Jesucristo en su corazón, hoy es el día para que le abra las puertas de su corazón.
Publicado en: Estudios Bíblicos
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Un consejo oportuno con fundamento en la Biblia.