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Sus pensamientos y acciones ¿alaban realmente a Dios?

Sus pensamientos y acciones ¿alaban realmente a Dios?

Sus pensamientos y acciones, ¿realmente alaban a Dios? Piénselo por un instante. No se apresure...Es importante que al hablar de adoración tengamos en cuenta qué es adoración y de qué manera adoramos al Dios de poder en el que hemos creído. ¿Por qué razón? Porque puede que la adoración que le rendimos no sea a Él propiamente. Es allí donde cabe recordar lo que enseñó el Señor Jesús en el sentido de que el Padre celestial anda buscando verdaderos adoradores (Juan 4:23, 24). El propósito al leer el texto hoy es que conozcamos la verdadera adoración y comencemos a practicarla en nuestra intimidad con Dios.

Lectura Bíblica: Lucas 7:36-47

I. Necesitamos conocer al Dios al que adoramos (vv. 36-38)

1. Es necesario identificar claramente qué es y qué no es adoración a Dios

2. La mujer del relato se colocó tras el Señor Jesús, y le dio el primer lugar (v. 38)

a. Se postró delante del Señor Jesús

b. Reconoció la grandeza del Señor Jesús

3. Sólo podemos rendir una verdadera adoración cuando conocemos Quién es el Dios al que adoramos (Cf. Salmos 22:3)

a. ¿Quién es Dios para nosotros?

b. ¿Hemos permitido que Dios se revele a nuestra vida?

4. El Señor Jesús nos enseñó que se adora a Dios en oración, humildad y sujetos a Su voluntad (Hebreos 5:7, 8)

II. El principio fundamental de la adoración es rendición a Dios

1. Adoramos a Dios cuando nos rendimos a Él (v. 38)

a. Dejar de lado el orgullo

b. Postrarnos ante Él

c. Humillarnos ante Él

d. Quebrantarnos ante Él

2. Dios ama la humildad de un corazón que le adora (Salmos 51:17)

3. Dios habita en medio de los humildes, que le adoran de corazón (Isaías 57:15)

4. Dios escucha las oraciones de los humildes (Salmos 34:17, 18)

III. La verdadera adoración nace de un corazón arrepentido que guarda gratitud por el amor y misericordia de Dios

1. Una vida de adoración a Dios despertará oposición, crítica y envidia (v. 39)

a. La mujer pecadora sí sabía quién era el Señor Jesús

b. El fariseo, a pesar de su religiosidad, no había reconocido al Señor Jesús

2. El Señor Jesús no cuestionó a una mujer arrepentida con sinceridad (vv. 40-43)

3. El Señor Jesús puso de relieve el valor del arrepentimiento y conversión sincera de toda persona (vv. 44-48)

Conclusión:

Todos los creyentes decimos adorar a Dios, pero lo más probable es que no sea más que demostraciones exteriores, sin una verdadera rendición y sujeción a Dios. Someternos a Su voluntad constituye una forma de adoración que agrada en Su Presencia (Salmos 107:22; Hebreos 13:15, 16). Es esencial que revisemos nuestra vida. ¿Cómo andamos con Dios? ¿Realmente le estamos adorando, como corresponde? Si hay falta de sujeción a la voluntad de Dios, es importante que reconozcamos ese error delante del Padre celestial y nos dispongamos para el cambio. Nuestro amado Señor nos ayudará en ese proceso de crecimiento personal y espiritual que anhelamos.

Publicado en: Sermones


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