Sus principios y valores, ¿los transfiere a su familia?
1. Lectura Bíblica: Mateo 13:23
2. Meditación familiar:
El conocimiento académico, el dinero, el reconocimiento social y todo cuanto tenemos no es tan importante como creemos. Recién ocurrió el terremoto ocurrido el 25 de enero de 1999 en Armenia, Colombia, fui con líderes de la Alianza Cristiana y Misionera a llevar alimentos, frazadas y elementos de aseo a los damnificados.
Me sorprendió ver enormes edificios convertidos en ruinas, vehículos costosos convertidos en chatarra en medio de los escombros… Riqueza y fama que se desplomaron en cuestión de segundos como un castillo de naipes… Por doquiera se veía llanto, dolor, desesperanza…
Y me causó también una profunda impresión una mujer de alrededor de setenta años. La estaban entrevistando para la televisión nacional. Junto a ella, las ruinas de lo que fuera por muchos años su casa. ¡Pero estaba sonriendo! Jamás he logrado olvidar las palabras que dijo al reportero: “Tengo alegría porque aunque perdí todo, ¡tengo vida! Y puedo comenzar de nuevo…”
Es muy probable que sienta que su vida está destruida. No encuentra sentido en lo que hace, su familia se convirtió en una carga, la relación con su cónyuge entró en la espiral de la rutina, su trabajo es un martirio e ir a la iglesia— si es que asiste— constituye una obligación antes que un gozo.
El principal eje del asunto es el tipo de terreno que somos hoy día. La calidad de terreno determina que las semillas produzcan mucho o que simplemente, se sequen…
El Señor Jesús explicó la importancia de ser una buena tierra:
“Escuchen ahora la explicación de la parábola acerca del agricultor que salió a sembrar: Las semillas que cayeron en el camino representan a los que oyen el mensaje del reino y no lo entienden. Entonces viene el maligno y arrebata la semilla que fue sembrada en el corazón. Las semillas sobre la tierra rocosa representan a los que oyen el mensaje y de inmediato lo reciben con alegría; pero, como no tienen raíces profundas, no duran mucho. En cuanto tienen problemas o son perseguidos por creer la palabra de Dios, caen. Las semillas que cayeron entre los espinos representan a los que oyen la palabra de Dios, pero muy pronto el mensaje queda desplazado por las preocupaciones de esta vida y el atractivo de la riqueza, así que no se produce ningún fruto. Las semillas que cayeron en la buena tierra representan a los que de verdad oyen y entienden la palabra de Dios, ¡y producen una cosecha treinta, sesenta y hasta cien veces más numerosa de lo que se había sembrado!” (Mateo 13:18-23. NTV)
Piense que todos tenemos oportunidad de recibir la semilla de transformación y crecimiento que proviene de Dios. Si disponemos nuestro corazón para ser tratados por el Señor, nos convertimos en buena tierra.
Quizá nuestra buena tierra se ha visto afectada por experiencias traumáticas, una crianza marcada por el dolor, los conflictos familiares, la intolerancia, la falta de amor… Y hoy ese pasado le atormenta a través de los pensamientos. Pero a este cúmulo de factores que inciden en su vida se suma la mundanalidad. Terminar aceptando los antivalores que ha validado la sociedad. Termina creyendo que la agresividad hacia su familia, las palabras vulgares, el adulterio y la responsabilidad— entre otros comportamientos— son algo normal.
¿Piensa seguir como hasta hoy arrastrando la pesada carga del fracaso, la frustración y el vacío? ¡Por cierto que no! Dios nos creó para que experimentáramos una vida plena, llena de satisfacción y realización en todas las áreas (Cf. Juan 10:10 b)
Seguir adelante, en amargura, dolor y tristeza, no es otra cosa que desperdiciar cada instante. La vida es muy corta como para vivirla mal. Dios nos creó para que disfrutáramos lo mejor de la vida. Este es un principio que aplica a nuestra relación con Él, con nosotros mismos y la familia… Tres esferas importantes que nos permiten experimentar paz interior, gozo y plenitud.
Alguien me escribió desde Puerto Rico. Tiene 42 años, es Economista y su vida está al borde del abismo. A través del teléfono celular su esposa descubrió no uno sino varios episodios de infidelidad. “Mi vida no tiene sentido”, escribió al tiempo que explicaba la desolación porque sentía que todo estaba perdido…
La sensación que asiste a este hombre es la misma que embarga a millares de hombres en todo el mundo. Su existencia es un caos y sus familias están al borde del abismo. ¿Es hora de renunciar? Sin duda que no. Si permitimos que Dios tome control de la situación, ¡No todo está perdido…!
Hasta el momento ha sido un perdedor. Jugó mal el primer tiempo del partido de futbol. Cometió todos los errores que alguien pueda imaginar. Al hacer un inventario de su vida reconoce que dio pasos desacertados, que desencadenaron las consecuencias que hoy enfrenta. No obstante, con ayuda de Dios, el panorama puede cambiar.
El autor y conferencista internacional, Bob Buford, escribió:
“A lo largo del camino he llegado a la conclusión de que el segundo tiempo de nuestra vida debería ser el mejor; de que en realidad puede ser un renacimiento espiritual… usted es demasiado listo para comprender que no puede jugar el segundo tiempo como jugó el primer tiempo. En primer lugar, no tiene la energía que una vez tuvo… Pero ahora usted anhela algo más en el segundo tiempo.” (Bob Buford. “Medio tiempo”. Editorial Vida. EE.UU. 2005. Pg. 13)
Tome un tiempo para hacer un alto en el camino y evaluar cómo ha sido su vida hasta hoy. No se apresure. Hágalo con cuidado. El segundo paso es rendirse a Dios porque Él tiene el poder para transformar las circunstancias, por ensombrecido que luzca el panorama.
Cuando nuestro amado Padre celestial toma el control de nuestra existencia, lo que hoy ve como territorio árido, desolado, Él lo convierte en tierra fértil. Su vida que hasta el momento no ha sido buena tierra para que la semilla produzca cosecha en abundancia, se convierte en tierra fértil.
El rey David resaltó que Dios es quien produce esos cambios, no somos nosotros en nuestras propias fuerzas: “Él transforma ríos en desiertos y manantiales de agua en tierra árida y sedienta. Convierte la tierra fructífera en tierras saladas y baldías, a causa de la maldad de sus habitantes. Pero también convierte desiertos en lagunas y la tierra seca en fuentes de agua. ” (Salmos 107:33-35. NTV)
Desconozco cómo ha sido su vida hasta hoy; si ha traído dolor a su familia o si por el contrario, aunque les ha dado mucho, le ha faltado compromiso hacia su cónyuge o sus hijos. No sé si todos sus proyectos han terminado en fracaso porque hay desórdenes en su mundo interior que le impiden avanzar.
Si al hacer un examen de cómo han sido sus días hasta hoy descubre que ha sido una continua sucesión de fracasos, permítame decirle que el panorama puede cambiar. Ábrale las puertas de su vida a Dios y concédale todo el permiso necesario para que Él trate su existencia. Le aseguro que Él hará maravillas en usted y pronto todos se sorprenderán de los cambios.
No es en nuestras fuerzas sino en el poder de Dios que podemos cambiar. El profeta Ezequiel lo describió apropiadamente cuando al hablar en nombre del Padre celestial, anunció: “Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne, para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios.” (Ezequiel 11:19, 20. RVR 1960)
Hoy es el día para emprender el cambio. Dios le concede esa oportunidad. No la deje ir. Es tiempo de recobrar el sentido de vivir, de recobrar su familia, de revitalizar la relación de pareja y dinamizar el interactuar diario con los hijos. No es en sus fuerzas sino en el poder del Señor como podrá lograrlo.
Tome la decisión. Salga del equipo de los fracasados y entre a formar parte del equipo de los ganadores. Está por comenzar el segundo tiempo del partido, y usted saldrá a la cancha a dar lo mejor de su vida… Puedo asegurarle que una vida de realización plena en todas las áreas le está esperando…
El mejor camino para experimentar cambios en nuestra vida y dar lo mejor de nosotros, es recibir a Jesucristo como el Señor y Salvador de nuestra vida. Hoy es el día para que lo haga. Por favor, tome la decisión.
3. Oración familiar:
“Amado Dios y Padre celestial, te agradecemos por todo el acompañamiento ue nos has brindado hasta el día de hoy en el proceso de crecimiento personal y espiritual. Gracias Señor por concedernos la posibilidad de elegir, de inclinarnos por lo bueno, por permitirnos ser sabios para aceptar que fallamos y con tu ayuda, disponernos a aplicar correctivos. Como familia sometemos este día en tus manos. Amén”
4. Una Meta familiar para hoy:
Dispongo mi corazón para cambiar con mi cónyuge y con mis hijos, no en mis fuerzas sino en las de Dios
Publicado en: Altar Familiar
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