Tres niveles de bendiciones para usted y su familia
¿Ha pensado alguna vez que Dios desea bendecirlo, a su familia y a toda su descendencia? Quizá le parece demasiado maravilloso para que sea verdad. Sin embargo, ese ha sido el propósito eterno para nuestras vidas: bendecirnos.
El hecho de que usted enfrente hoy situaciones difíciles, jamás ha sido el objetivo del Señor, a menos que obedezca a un plan divino para tratar con su carácter y de paso, constituya la antesala para llevarlo a un nuevo nivel.
¿Puede creerlo? Si no es así, le recuerdo las palabras que compartió el profeta Jeremías en su tiempo y que tienen particular vigencia en nuestros días:
“Porque yo sé los planes que tengo para vosotros — declara el SEÑOR — “planes de bienestar y no de calamidad, para daros un futuro y una esperanza.” (Jeremías 29:11. La Biblia de Las Américas).
Si entrara al Despacho Celestial para preguntarle al Padre cuáles son sus planes, no solo para su vida sino para la de todo el núcleo familiar, sin duda le respondería: “Deseo para todos lo mejor de lo mejor”.
Sobre esa base, cambie su perspectiva. Piense que si algo desea Dios para usted, para su cónyuge, sus hijos y toda su descendencia, es que reciba abundantes bendiciones.
Hasta el diablo sabe que Dios bendice su vida
El adversario espiritual, satanás, sabe que Dios desea bendecirnos en abundancia y, en ocasiones, quiere robarnos la paz, sembrarnos duda y de paso, desesperanza en el corazòn. Él sabe que los planes del Supremo hacedor para nosotros, son los mejores.
En las Escrituras leemos que un día se presentó el adversario espiritual ante el Padre todopoderoso:
"Entonces el Señor preguntó a Satanás: — ¿Te has fijado en mi siervo Job? Es el mejor hombre en toda la tierra; es un hombre intachable y de absoluta integridad. Tiene temor de Dios y se mantiene apartado del mal. Satanás le respondió al Señor: — Sí, pero Job tiene una buena razón para temer a Dios: siempre has puesto un muro de protección alrededor de él, de su casa y de sus propiedades. Has hecho prosperar todo lo que hace. ¡Mira lo rico que es!. “ (Job 1: 8-10. NTV)
Tome nota del pasaje. Nos enseña que hay tres círculos divinos en nuestro entorno: El primer círculo es la protección que Dios nos brinda; el segundo, la protección que brinda a nuestro cónyuge e hijos, y el tercer círculo, el que se encuentra alrededor de todo lo que tenemos.
La protección de Dios es una tremenda bendición. Es una demostración amorosa de que quiere para usted y para mi, lo mejor de lo mejor.
Los niveles de bendición
El amor que Dios nos prodiga es infinito. Su misericordia nos cubre en todo momento. Esta a nuestro lado siempre, y su propósito eterno es que avancemos en victoria.
Sobre esa base, le invito a considerar los diferentes niveles de bendición:
1.- Dios bendice su vida y la mía
Cuando permitimos que Dios ocupe el primer lugar en nuestra existencia, las bendiciones son inevitables.
El rey David escribe: "Gozarás del fruto de tu trabajo; ¡qué feliz y próspero serás! Esa es la bendición del Señor para los que le temen.” (Salmos 128:2, 4. NTV)
No necesitamos una patica de conejo, ni baños con hierbas exóticas, ni filosofías orientales o prácticas extrañas. Son ajenas a las bendiciones y, por el contrario, traen maldición.
En cambio, cuando caminamos de la mano del Señor, Él nos bendice rica y abundantemente.
2.- Dios bendice nuestra familia
Las bendiciones que el Señor nos tiene reservadas, alcanzan a nuestro cónyuge, a nuestros hijos y a toda nuestra generación. ¿Le parece imposible? Si es así es porque quizá no ha leído otro texto poderoso:
"Tu esposa será como una vid fructífera, floreciente en el hogar. Tus hijos serán como vigorosos retoños de olivo alrededor de tu mesa... Que vivas para disfrutar de tus nietos. ¡Que Israel tenga paz!” (Salmos 128:3, 6. NTV)
Alguien prendido de la mano de Jesús verá bendiciones en su vida y en las de su familia, a la que ama.
Recuerde que las bendiciones no tienen necesariamente que ser materiales y financieras. La vida, la salud, las buenas relaciones al interior del hogar, tener un empleo y tantos otras cosas positivas que nos rodean cada día, son una demostración fehaciente de las amorosas bendiciones de Dios.
3.- Dios bendice lo que hacemos
Donde quiera que estemos, Dios bendice el territorio y lo que hacemos por el amor que nos tiene.
¿Ejemplos? Abundan. Noé, Abraham, José, Moisés... y la lista podría ser muy extensa.
El rey David escribió: "Que el Señor te bendiga continuamente desde Sión; que veas prosperar a Jerusalén durante toda tu vida.” (Salmos 128:5. NTV)
Puede que, en apariencia, tenga todo en contra. No obstante, si es fiel a Dios, Él prosperará todo cuanto hace. Es una promesa maravillosa que se repite una y otra vez en el libro de los triunfadores, la Biblia. Y Él, nuestro amado Padre, es fiel a Sus promesas.
Dios es la fuente de las bendiciones
¿Cómo ser bendecidos? Poniendo toda nuestra fe y confianza en Dios. Es un principio del Reino, que no cambia.
En la Palabra aprendemos que Él es la fuente de nuestras bendiciones: “¡Qué feliz es el que teme al Señor, todo el que sigue sus caminos!” (Salmos 128:1. NTV). Y también aprendemos que: "La bendición del Señor enriquece a una persona y él no añade ninguna tristeza.” (Proverbios 10:22. NTV)
Si hasta hoy ha perdido bendiciones, en su vida y en las de su familia, es porque quizá no ha tomado la mejor y más grande decisión: Permitirle a Dios que ocupe el primer lugar en su existencia.
Tenga presente que su decisión trasciende para el futuro, porque las bendiciones que hoy le prodiga el Señor, alcanzarán a toda su descendencia.
¡Decídase hoy! El primer paso en camino a las bendiciones es recibir a Jesucristo como Señor y Salvador. Él transforma nuestra existencia y nos lleva siempre a nuevos niveles en las dimensiones personal, espiritual y familiar. ¡Ábrale las puertas de su corazón a Jesucristo!
Publicado en: Estudios Bíblicos
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