Tres pasos para corregir la ira que destruye a su familia
1.- Lectura Bíblica: Efesios 4:31, 32
2.- meditación familiar:
Cuando arrojó el vaso con café al suelo, no pensó en su esposa ni en lo que podrían imaginar los niños, sentados con él junto a la mesa, y mucho menos la opinión de los vecinos que no perdieron detalle de la discusión que siguió a continuación.
— No actúes así. Contrólate...— le sugirió su esposa, a lo que siguió una respuesta contundente.
El cruce de palabras se prolongó por mucho tiempo. Y aunque se dio una tregua, la discusión se reavivó al día siguiente, y se convirtió en una sucesión de enfrentamientos que llevaron al hijo menor a replicar las grescas en el colegio donde estudia. La niña se limita a guardar silencio, incluso en los breves lapsos de felicidad en ese hogar.
No importa cuán grande sea la vivienda ni que esté pintada con vivos colores, que tenga decorados todos los rincones y que el antejardín evoque el paraíso, por la gran cantidad de flores, principalmente rosas que despiertan elogiosos comentarios de quienes recorren la avenida. Nada tiene sentido porque aquella casa que parecía tomada de un cuadro, se convirtió en un infierno.
El hombre reconoce su error. Muchas veces. Cuando llega al trabajo y rememora los incidentes. Admite que no actuó bien. La ira toma fuerza. Es como un huracán que arrasa todo a su paso. La peor parte la lleva su familia. Ellos sufren mucho. Su padre, que debiera ser motivo de alegría, echa a perder los mejores momentos.
Las manifestaciones de ira traen dolor a la vida de quienes la enfrentan y de las personas que se encuentran alrededor.
¿Qué hacer? Primero, admitirlo. La mejor forma de cambiar, es reconociendo en qué fallamos. El segundo paso, identificar qué despierta esos raptos de cólera. Y tercero, reconocer que no es en nuestras fuerzas sino con ayuda de Dios que podemos cambiar.
El apóstol Pablo escribió: “Sea quitada de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritos, maledicencia, así como toda malicia. Sed más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, así como también Dios os perdonó en Cristo.” (Efesios 4:31-32. La Biblia de Las Américas).
La exhortación del autor sagrado deja sentado un hecho: Es posible cambiar, pero debe existir una disposición al cambio en cada uno de nosotros.
Tenga presente que todo parte de una decisión. Es esencial. Hasta tanto no comencemos, será difícil llegar a la meta. Su vida puede ser diferente. Tome el sendero hoy. No es difícil. Dios está con usted.
Y hablando de Dios, ¿ya recibió a Jesús como su Señor y Salvador? hoy es el día para que lo haga. Puedo asegurarle que no se arrepentirá. Prendido de Su mano poderosa podrá emprender el maravilloso proceso de crecimiento personal, espiritual y familiar que tanto anhela. Decídase hoy por Jesucristo.
3.- Oración familiar:
“Amado Dios y Padre celestial, te damos gracias por este día, por la salud, por la provisión y por tantas cosas maravillosas que nos regalas cada día. Hoy nos reunimos como familia delante de Tu Presencia para pedirte que nos ayudes a identificar los errores que cometemos, entre ellos dejarnos arrastrar por la ira, y que con tu divino poder, nos ayudes a cambiar. No queremos seguir causando daño a nuestros seres queridos. Sometemos esta petición en tus manos. Amén”
4.- Una Meta familiar para hoy:
Con ayuda de Dios identificaré en qué momento quiere dominarme la ira y procurará mantener la calma para no causarle heridas a mi familia y las personas que aprecio a mi alrededor.
Publicado en: Altar Familiar
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