Tres puertas de poder que abre la oración
(Lección 8 – Nivel 5)
Concurría a un encuentro de pastores y líderes en Circacia, un hermoso y pintoresco pueblecito del centro de Colombia. Frío, tranquilo, agradable.
Saludos gozosos. Alegría de reencontrarse con otros consiervos en la predicación del Evangelio, después de mucho tiempo. Expectativa por las conferencias que se avecinaban. Un profundo anhelo de recibir edificación, salir renovados de aquél retiro e ir a compartir con los hermanos en la fe, una Palabra renovada, de poder, que impactara sus vidas.
Algo que llamó poderosamente mi atención y la de quienes nos encontrábamos allí, fue un grupo de ministros cristianos provenientes de los más recónditos lugares de Colombia.
Algunos habían viajado casi veinticuatro horas, por ríos y montañas, para darse cita en el campamento.
¿La razón del por qué marcaban la diferencia? Estos hermanos en la fe pasaban buen tiempo de rodillas, en oración. Perseverantes, sin perder un minuto. Ni un segundo. ¡Estaban en la presencia del Señor!
En su mayoría no habían tenido oportunidad de asistir al Seminario Bíblico a cursar la carrera de teología; es más, hablaban con errores, sin adornos, y quizá su ortografía asustaba. Pero… he ahí el pero… ¡Tenían muchísimo de Dios! Lo admito, más que quienes proveníamos de la ciudad.
Predicaban con poder. Imponían las manos y los enfermos sanaban. Eran tremendamente bendecidos. ¡Los demonios huían en su presencia!
A diferencia de muchos de quienes nos encontrábamos congregados, estos predicadores no tenían conocimientos de teología pero sí bastante de Dios y de estar en Su dimensión, moviéndose con poder, unción y autoridad.
La gran diferencia
La oración marca una gran diferencia. Quien pasa tiempo en la presencia de Dios, se afianza en la unción, el poder y la autoridad espiritual. Se mueve en una dimensión distinta: en la dimensión del Señor en la que se producen grandes cosas.
Hechos maravillosos ocurren, milagros inconcebibles para la lógica humana.
Es esencial que consideremos hoy el ilimitado mover de nuestro amado Padre celestial sobre y a través de quienes le buscan y permanecen en Su presencia en oración.
Tres principios a tener en cuenta
La Biblia nos enseña, tomando como fundamento al Señor Jesucristo, tres elementos que le invito a considerar.
El evangelista Lucas indica que “También les refirió una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar…” (Lucas 18:1)
Estas dos líneas resultan semillas pero profundas porque ponen de presente tres aspectos de suma trascendencia:
1.- La necesidad de orar.
2.- La importancia de orar siempre
3.- La imperiosidad de no desmayar en la oración.
Le sugiero que lea nuevamente los enunciados, y pregúntese: ¿Qué hago cuando alguna dolencia física me afecta? ¿De qué manera enfrento los problemas? ¿La oración forma parte de mis principios de vida diaria? Y, por último: ¿Persevero en la oración hasta ver una respuesta de Dios?
No olvide que persistir es clave porque el Señor Jesús enseñó: “Yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama se le abrirá” (Lucas 11:9, 10).
Orar entonces encierra persistencia. Tocar las puertas del cielo hasta que nuestro amado Señor y Dios, responda.
Pedir, creer y recibir
Ya sea que necesitemos un milagro de liberación, sanidad física, provisión económica o resolución de un conflicto, hay una ruta que debemos seguir y que la integran tres principios: pedir, creer y recibir.
Así lo dejó sentado el Señor Jesús cuando enseñó a sus discípulos: “Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis” (Mateo 21:22).
Pregúntese por un instante: ¿Realmente pido la intervención de Dios en momento de necesidad? Si le pido algo, ¿creo con sinceridad de corazón que Él responderá? ¿He comprobado que cuando pido a Dios y creo en Su poder, recibo aquello por lo que he clamado?
Eso implica, por supuesto, que cambiemos nuestros paradigmas y dejemos de lado, de una parte toda sombra de duda, y de otra parte, el tratar de resolver los problemas a nuestra manera y en nuestras fuerzas, desconociendo que a favor de quienes oran se libera el poder ilimitado de nuestro amado Señor.
¡Hoy es el día para su milagro! Basta que se disponga a creer. ¡Tome la decisión de orar y esperar en Dios! Verá como su vida experimenta un cambio maravilloso.
Cuestionario para la profundización de la Lección 5:
Por favor, lea detenidamente los textos y postulados de cada pregunta, y teniendo a mano su libreta de apuntes, por favor, anote las respuestas:
a.- ¿Por qué un hombre o una mujer de fe pueden marcar la diferencia en la vida de un cristiano?
b.- ¿Qué recomendó el Señor Jesús alrededor de la oración (Lucas 18:1)?
c.- Si dejamos de orar, ¿qué puede ocurrir? ¿Usted alguna vez dejó de clamar por un milagro?
d.- ¿Cuáles son las tres puertas que abre la oración (Lucas 11:9, 10)?
e.- ¿Podría describir qué ocurre cuando oramos, de acuerdo a como lo enseñó nuestro amado Salvador (Mateo 21:22)?
f.- ¿Qué meta se fija desde hoy, después de leer la Lección de la Escuela de Oración?
Nuestra sugerencia es que lea de nuevo el texto con el profundizar en la comprensión y asimilación del contenido.
Publicado en: Escuela de Oración
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