Un buen líder es aquél que edifica a su familia
1.- Lectura Bíblica : 1 Timoteo 3:1-7
2.- Meditación familiar :
“Nuestro primer ministerio es la familia”. La frase impactó entre la audiencia. Una frase común, quizá. El asunto es que se pronunció en un retiro para líderes. Hombres y mujeres de varias congregaciones, quienes ejercían algún grado de influencia, recibieron un choque inesperado.
“Si usted no lidera en su hogar, si no ejerce bien como padre o como madre, y más, como cónyuge: ¿Cómo espera liderar a una comunidad de creyentes?”, preguntó el conferencista. Muchos se miraron, otros bajaron la mirada.
Piénselo usted por un instante. ¿Ejerce algún tipo de liderazgo? Si es así, ¿cómo lidera a su propia familia? ¿Existe coherencia entre lo que dice y lo que hace al interior del hogar? ¿Sus enseñanzas son prácticas y toman como punto de partida las Escrituras?
Antes de proyectarnos a transformar el mundo, debemos orientarnos a ejercer un buen liderazgo y ministerio cristiano con nuestro cónyuge e hijos.
Cuando marchamos asidos de la mano de Dios y le permitimos obrar en casa, todo se transforma. Incluso, la forma como pensamos y actuamos. Todos reciben influencia y, progresivamente, son transformados.
Una enseñanza práctica sobre el particular la encontramos en la carta que dirigió el apóstol Pablo a Timoteo:
“Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea. Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro; que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?); no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo.” (1 Timoteo 3:7)
Es cierto, hay momentos en que la situación resulta crítica al interior del hogar. Surgen problemas que nos desalientan. Antes que quejarnos o reñir, lo que debemos hacer es rendir nuestras vidas en manos de Dios. Él nos orienta sobre lo que debemos hacer.
Hay cinco sugerencias que compartimos con usted para el ejercicio de un liderazgo que traiga edificación a su familia:
1.- Planifique a corto, mediano y largo plazo en su vida y con su familia (Lucas 14:28-30)
2.- Someta esos planes y proyectos en manos de Dios, quien nos prospera (Salmos 37:5)
3.- Persevere en aquellos planes y proyectos que se haya fijado y déjese orientar por Dios.
4.- No crea que lo sabe todo y que tiene todas las respuestas. Escuche las opiniones de su cónyuge e hijos cuando está desarrollando planes y proyectos. Sus apreciaciones son valiosas.
5.- Mantenga el control con ayuda de Dios. Si lo hace, no se desenfocará en su forma de liderar. No impondrá lo que hay que hacer, sino que guiará (Proverbios 16:32)
Edificar el ministerio familiar, implica tomar la iniciativa. No espere que su cónyuge e hijos oren y lean la Biblia, si usted mismo no lo hace. Sea el primero. No se desaliente. Permanezca firme en su propósito. Y si en algún momento siente que el desánimo toca a su puerta, vuelva la mirada a Dios. Podemos asegurarle que el Señor tomará control de todas las circunstancias y las transformará.
Nunca es tarde para comenzar. Hoy puede ser la oportunidad para retomar el control del liderazgo. No es en sus fuerzas sino en el poder de Dios.
Si aún no ha recibido a Jesús como su Señor y Salvador, es el momento oportuno de hacerlo. Recíbalo en su corazón. No dilate la decisión.
3.- Oración familiar:
“Amado Dios y Padre, gracias por la oportunidad que me das de estar en tu presencia junto con mi familia. Reconozco que he perdido terreno en el liderazgo que debería ejercer con mi cónyuge e hijos. Te pido que me ayudes a identificar en qué estoy fallando y qué aspectos debo cambiar. Dame la capacidad de cambiar mis pensamientos y acciones para corregir mi comportamiento y liderazgo en casa. Someto mi vida, planes y proyectos en tus manos. Amén”.
4.- Una Meta familiar para hoy:
Con ayuda de Dios dedicaré hoy y en los días sucesivos más tiempo a mi cónyuge y mis hijos, y perseveraré en la tarea de recobrar el liderazgo familiar.
Publicado en: Altar Familiar
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