Veneración a los muertos: fuente de maldición, ruina y enfermedad
Lo dijo con angustia: “Sueño cosas horrendas”. Verónica estaba muy asustada y ese estado de desasosiego no le permitía conciliar la tranquilidad cuando llegaba la noche: “Apenas cierro los ojos, veo imágenes que me aterrorizan”.
Su esposo Sergio explicó que varias veces la escuchó gritar al filo de la madrugada, mirando con los ojos desorbitados en todas las direcciones de la amplia habitación. Le tomaba bastante tiempo recobrar la calma. “Esto es horrible; no lo puedo soportar”, murmuraba Laura con desaliento.
Su martirio comenzó cuando se habituó a invocar a los muertos. Esa práctica se la recomendó una amiga al verla desesperada, buscando alternativas para salir de la crisis económica y personal por la que estaba atravesando.
Al comienzo todo pareció ir bien, pero a vuelta de algunas semanas el estado de miseria se agudizó. A su esposo lo despidieron del trabajo, no le alcanzaba ni un solo centavo para cubrir las deudas y ella misma experimentaba depresiones constantes.
— Creo que me voy a enloquecer— se quejó mientras consultaba al médico —.
— Sólo puedo prescribirle medicamentos para que duerma— le dijo él.
Las pesadillas proseguían. Era una situación dramática porque Laura estaba a las puertas de enloquecer.
El pastor Raúl intervino en el caso. Le ministró liberación en el poder y autoridad de Jesucristo. La mujer renunció a toda puerta abierta al mundo de las tinieblas mediante la veneración de los muertos. También asumió un compromiso serio con el Señor Jesucristo. Una tercera etapa del proceso consistió en orar y ungir la vivienda, como paso para recuperar la tranquilidad.
Cesaron los enfrentamientos al interior de la familia, la economía volvió a reverdecer y las puertas de las bendiciones de Dios se abrieron de nuevo.
¿Qué favorece la creencia de que los muertos pueden recibir veneración y aún, conceder milagros?
¿De dónde viene la doctrina del purgatorio?
Una doctrina que ha favorecido por igual, la vernación a los muertos o ánimas así como las prácticas de algunos países hispanos de celebrar fiestas en reconocimiento a la muerte, es la del purgatorio.
La Iglesia católica define esta creencia en el literal 1054 del Catecismo y que describe de la siguiente manera:
“Los que mueren en la gracia y la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su salvación eterna, sufren una purificación después de su muerte a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en el gozo de Dios.”
Esta creencia de un lugar al que van las almas a pagar sus penas dentro de un complejo proceso de “purificación” fue avalada fundamentalmente en los Concilios de Florencia, Lyon y Trento. El Concilio Vaticano II (1962-1965), hizo alusión al tema y no lo desestimó, por el contrario, lo conservó.
Ahora miremos lo que plantea al respecto el Compendio del Catecismo Católico:
“El purgatorio es el estado de los que mueren en amistad con Dios pero, aunque están seguros de su salvación eterna, necesitan aún de purificación para entrar en la eterna bienaventuranza. En virtud de la comunión de los santos, los fieles que peregrinan aún en la tierra pueden ayudar a las almas del purgatorio ofreciendo por ellas oraciones de sufragio, en particular el sacrificio de la Eucaristía, pero también limosnas, indulgencias y obras de penitencia. (Compendio del Catecismo de la Iglesia católica, 210-211)”
Diferencia entre adoración y veneración
Como hemos visto, hay un marcado sincretismo que parte de convicciones religiosas sobre la validez de interceder por quienes murieron e, incluso, orar a las ánimas o almas de los difuntos.
Ahora, hay que hacer una diferencia: la adoración a los muertos, se da en festividades como las que se realizan en México y otras regiones centroamericanas, mientras que en todo el mundo, entre quienes profesan el catolicismo, se ha legitimado el culto a las ánimas, con la anuencia o no de sus directores espirituales.
Esta diferencia es bien importante, y no pretende señalar a una organización religiosa en particular sino advertir sobre los rituales que se realizan.
Culto a la santa muerte
Desde hace siglos, en Centroamérica la muerte dejó de ser motivo de angustia, temor o dolor para experimentar una metamorfosis hacia un ícono al que se le rinde culto, lo que sin duda parte de las estrategias del mundo de las tinieblas por generar ataduras en las personas.
En muchos lugares se elaboran efigies de una calavera, se le viste con mantos cuyos colores tienen una significación específica: el amarillo, dinero; azul, la salud; blanco, la lealtad. Tomó mucha fuerza durante el siglo XIX. Los devotos a este culto están convencidos que la “…señora puede manifestarse corporalmente, especialmente con características humanas”
Cabe recordar aquí que algunos pueblos de Meso América tenían la costumbre de adorar bultos hechos con objetos que consideraban sagrados y que ubicaban junto a altares familiares. En lo que hoy es el territorio mexicano, esta celebración tiene más de 3000 años. Los indígenas asociaban la noche y el día con el ciclo natural de la vida y la muerte.
Descubrimientos arqueológicos muestran la representación que hacían de la muerte mediante figuras humanas con una mezcla de piel y osamenta. Incluso, consideraban a los dioses mictlantecuhtli y mictecacihuatl como deidades de la oscuridad y la muerte. Los sacerdotes de esas culturas indígenas estaban familiarizados con rituales que adoraban o rendían especial veneración a los muertos.
Estas prácticas fueron uno de los primeros retos de los colonizadores, pero persistió con los ritos de San Pascualito a la figura de un esqueleto mientras que en Hidalgo, también en México, se celebra una ceremonia especial a la santa muerte desde 1965. Está arraigada en el estado de México, Guerrero, Veracruz, Tamaulipas, Campeche, Morelos y el Distrito Federal. Últimamente en Nuevo León, Chihuahua y Tamaulipas. El día oficial es el 15 de agosto.
La gente acude a ella para pedirle milagros o favores relacionados con el amor, la salud o el trabajo. Por otro lado, también se le pide por fines malévolos, tales como la venganza y la muerte de otros. Sus simpatizantes suelen identificarse al portar algún dije o escapulario de su imagen, mientras que otros optan por llevar su figura de manera indeleble, al tatuársela en la piel.
Como elementos indispensables se exigen los puros, los cuales deben estar constantemente encendidos, y el imprescindible pedazo de pan.
Devoción a las ánimas
No estoy obsesionado con México ni con algún país centroamericano en especial, pero es donde hay mayor veneración a los muertos y, en la traslación que se hace al culto católico, a las ánimas. El 2 de noviembre, por ejemplo, constituye para millares de personas una celebración muy especial.
Los niños creen, porque así se les enseña desde su más tierna infancia, que los muertos les traen regalos, mientras que los adultos llevan alimentos y licor a los altares que se establecen en los hogares para venerar a los muertos o ánimas.
Todo se desarrolla en un marco festivo y hasta carnavalesco, como explica el autor y antropólogo mexicano, Eduardo Marco.
Los niños tocan, durante estas ceremonias familiares, trompetas y silbatos “…con el objeto de atraer y orientar con música las almas de los niños que ya murieron para que acudan a los altares. En otras regiones de México, se preparan las comidas que más disfrutaban los finados, bajo el convencimiento que vendrán a disfrutarlos.” (Diario El País, Colombia. Noviembre 2 de 2011. Página C5).
Milagros de las ánimas
En Venezuela y otros países suramericanos, está difundida la creencia de que las ánimas y espíritus de muertos, obran milagros. Uno de los demonios que se esconden tras esta enseñanza, es José Gregorio Hernández (1864-1919), en memoria de un médico que murió ebrio en las calles de Caracas.
Millares de personas aseguran que han sido curadas por este demonio que califican en la categoría de santo. Ignoran que de sus cuerpos salen enfermedades por obra de las fuerzas de lo oculto, pero entran espíritus muy fuertes que les atan.
El sacerdote católico, conferencista y autor, Juan Gonzalo Callejas González, escribe que:
“…acudió a mí una mujer campesina a la cual le habían hecho un maleficio de enfermedad y al ver que los médicos no daban con el origen de sus males y que los sacerdotes tampoco daban crédito al origen sobrenatural de sus dolencias, cometió el grave error de acudir a uno de los médiums de José Gregorio Hernández, buscando la salud, con tan mala suerte que no solamente empeoró su estado, sino que perdió el millón de pesos que le cobraron. Este caso fue bastante complicado para ministrarle liberación ya que al acudir al espíritu de José Gregorio Hernández, incrementó el poder destructivo de la enfermedad, y creo que gracias a ese error, nunca su recuperación va a ser óptima.” (Juan Gonzalo Callejas G., “Contra la brujería”.Colombia. 2011. Pg. 36)
Es evidente, entonces, que venerar ánimas o espíritus de muertos en procura de prosperidad o milagros, no hace más que generar ataduras demoníacas muy fuertes.
Adorar a los muertos abre puertas a las tinieblas
La Biblia es clara al advertir que consultar o adorar a quienes fenecieron, es una afrenta contra Dios, quien realmente nos bendice y no aquellos en quienes no hay halito de vida: “Tal vez alguien les diga: «Preguntemos a los médiums y a los que consultan los espíritus de los muertos; con sus susurros y balbuceos nos dirán qué debemos hacer». Pero ¿acaso no deberá el pueblo pedirle a Dios que lo guíe? ¿Deberían los vivos buscar orientación de los muertos?.” (Isaías 8:19, Nueva Traducción Viviente)
Es evidente que esta práctica está arraigada en la cultura latinoamericana, no solamente en México sino en países del sur del continente. Históricamente han desarrollado rituales y prácticas que hoy les resultan “normales”, pero que abren puertas al mundo de las tinieblas.
Alguien preguntó con vivo interés: ¿Tienen poder los muertos? La respuesta tácita no. ¿La razón? Ellos pierden toda conciencia y no pueden hacer absolutamente nada, como escribió el rey Salomón “Los que están vivos al menos saben que un día van a morir, pero los muertos no saben nada. Ya no reciben más recompensas, y nadie los recuerda.” (Eclesiastés 9:5, Nueva Traducción Viviente; Cf. Salmos 6:5; 115:7)
¿Por qué entonces dentro del catolicismo se rinde tributo a las ánimas y quienes profesan esa fe, llegan a pedirle “favores” especiales?
Despejar este interrogante gira alrededor de una realidad: A través de la historia y reafirmado en varios Concilios, la iglesia Católica Romana validó la existencia de las ánimas, a lo que se suma la ignorancia de muchos creyentes que aseguran, “han recibido milagros de los muertos”. Por supuesto, se trata de una práctica sin fundamento Escritural que sin embargo, tiene mucha ascendencia entre los católicos practicantes.
Incluso, en países tales como Estados Unidos, específicamente en Miami y California, practicantes de la santería vuelcan sus esperanzas más en quienes ya fallecieron y a quienes llaman “santos” antes que en el Padre celestial. ¿Ocurren los milagros? Es innegable que hechos inexplicables ocurren, pero son propiciados por espíritus del mundo de las tinieblas.
Con estas prácticas, entonces, se abren puertas al mundo de maldad, lo que favorece y en algunos casos alimenta la posesión o influencia demoníaca.
Dios advirtió sobre el peligro de la contaminación
Hace más de veinte siglos Dios advirtió sobre el peligro de abrir puertas al mundo de las tinieblas mediante consultar a los muertos: “No te contamines al recurrir a los médiums o a los que consultan con los espíritus de los muertos. Yo soy el SEÑOR tu Dios.” (Levítico 19:31, Nueva Traducción Viviente)
Además, el Creador fue claro en advertir sobre las consecuencias que derivaban de consultar o venerar a quienes murieron: “También me pondré en contra de todos los que se entregan a la prostitución espiritual al confiar en médiums o en los que consultan a los espíritus de los muertos. Los eliminaré de la comunidad.” (Levítico 20:6, Nueva Traducción Viviente)
La situación era a tal punto grave, que en la Ley se prescribía la lapidación para quienes incurrieran en tales prácticas: “Los hombres o las mujeres entre ustedes que actúen como médiums o que consulten a los espíritus de los muertos, deberán morir apedreados. Son culpables de un delito de muerte.” (Levítico 20:27, Nueva Traducción Viviente; Cf. Deuteronomio 18:11)
Una de las primeras determinaciones del rey Saúl, al arribar al poder en Israel, fue quitar de en medio a los médiums al igual que a quienes consultaban a los espíritus o muertos.
Es importante que revise su vida para identificar si en algún momento abrió puertas al mundo de las tinieblas mediante este tipo de prácticas de invocación a las ánimas o a los muertos.
Renuncie a toda puerta abierta al ocultismo
Probablemente usted abrió puertas al mundo de lo oculto mediante alguna de las prácticas relacionados anteriormente. ¡Hoy es el día para romper esas ataduras! ¿Cómo hacerlo? Mediante una sencilla oración, incluso, allí mismo donde se encuentra:
“Señor Jesús, gracias por morir por mis pecados en la cruz, hacerme libre de las cadenas y abrirme las puertas a una nueva vida. Te recibo en mi corazón como único y suficiente Salvador. En tú Nombre renuncio a todo contacto con el mundo de lo oculto y cierro puerta abierta, mediante prácticas conscientes o inconscientes. Recibo la libertad que me das de las cadenas de la maldad y las tinieblas. Amén”
Como sin duda hizo esta oración, tengo tres recomendaciones finales:
- Lea la Biblia cada día. Tiene enseñanzas maravillosas que le ayudarán a crecer en los ámbitos personal y espiritual.
- Ore diariamente. Orar es hablar con Dios. Nos permite desarrollar intimidad con Él.
- Comience a congregarse en una iglesia cristiana
Publicado en: Guerra Espiritual
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